La crianza es una experiencia única, transformadora, y cargada de desafíos que requiere sensibilidad y adaptabilidad. En el contexto de la neurodiversidad, estos desafíos se magnifican. Cada niño neurodiverso es un mundo en sí mismo, con necesidades y ritmos particulares que deben ser comprendidos y atendidos.

Tres pilares emergen como esenciales para establecer un equilibrio: alimentación, sueño y rutinas. La alimentación actúa como un combustible, determinando cómo nuestros hijos se sienten y cómo responden al mundo que les rodea. El sueño, por otro lado, es el regenerador, proporcionando el descanso necesario para enfrentar cada nuevo día.

Las rutinas, por su parte, brindan estructura y previsibilidad, dos elementos clave para que los niños neurodiversos se sientan seguros. Al comprender y equilibrar estos pilares, los cuidadores pueden proporcionar un entorno donde los niños no solo sobreviven, sino que prosperan y se desarrollan en todo su potencial.